Estados Unidos ha propuesto nuevas tarifas para los barcos chinos y aquellos construidos en China que lleguen a sus puertos. Esta medida busca frenar el dominio de la industria naviera china, que, según EE. UU., se beneficia de subsidios estatales que afectan la competencia global.
Sin embargo, la decisión podría generar un impacto significativo en el comercio internacional. Actualmente, entre el 29% y el 32% de los portacontenedores en operación fueron fabricados en China, lo que significa que muchas de las principales líneas navieras, incluidas MSC, Maersk, CMA CGM y Cosco, se verían afectadas por estos impuestos, que pueden llegar hasta $1.5 millones por recalada.
¿Qué consecuencias podría traer esta medida?
- Aumento en los costos de importación: Con tarifas más altas, el transporte marítimo podría volverse más caro, afectando a importadores y consumidores en EE. UU.
- Congestión portuaria: Para evitar los impuestos, algunas navieras podrían reducir sus recaladas en puertos estadounidenses, lo que generaría retrasos y mayor congestión.
- Desvío de rutas comerciales: Se prevé un aumento en los envíos de China a México y Canadá, con posterior reenvío a EE. UU.
- Más carga aérea: Para evitar demoras y costos adicionales, algunas empresas podrían optar por el transporte aéreo, aunque es más costoso.
- Posibles represalias de China: China podría responder con medidas contra empresas navieras estadounidenses, lo que intensificaría la guerra comercial.
¿Qué sigue para el comercio internacional?
Las nuevas tarifas podrían cambiar la dinámica del comercio global y afectar la cadena de suministro. Importadores y empresas logísticas deberán prepararse para posibles aumentos en costos y tiempos de entrega.
En los próximos meses, será clave observar cómo reaccionan las navieras y los gobiernos ante esta medida. Mientras tanto, el comercio internacional se enfrenta a un nuevo desafío que podría redefinir las reglas del juego.